En la sociedad mexicana, no es la corrupción la peor de las pestilencias, es la impu nidad. Y el más grave disparate es pensar que se puede remediar por medios violentos; craso error. El imperio de las tinieblas se puede combatir únicamente con la radiante luz de la verdad. Enfoquemos ese poderos haz de luz a la cara de los corruptos y los cí nicos y la impunidad, como manto funerario, lúgubre y pestilente, caerá blandamente sobre la casta faz de la madre tierra y en su estruendosa y sutil caída, se abrirá paso hasta llegar a lo más profundo del Hades, del averno.
De hecho esto puede parecer el análisis de un s er trastornado de sus facultades mentales, pero no hay que olvidar que la locura es el más poderoso escudo de los ge nios y ni los gobiernos espurios, los partidos políticos o las efímeras instituciones me nores pueden alcanzarlo, y menos vulnerarlo.
La ocasión: A principios del presente año hube menester viajar a la ciudad de México, D. F. a publicar un par de libros que abordan, justamente, el grave problema de la pobreza extrema, el desempleo y la violencia generalizada.
A fin de que mi vivienda y las dos perritas que me acompañan en mis horas de tristeza y soledad, no quedaran solas y por lo tanto expuestas, mi hija y su novio via jaron desde la violentísima ciudad de Chihuahua, del Estado del mismo nombre, y se asentaron, no se por cuanto tiempo, en esta bella, casta y honorable ciudad. (Se pretende turistica pero es xenofóbica: cóncabo y convexo)
Tomaron un par de cervezas, no por abstinencia, sino por escasez de recursos y seguramente muy a su pesar, y bailaron hasta el cansancio.
Eran las 23 horas. (si, a la hora en que se acuestan los gallos y los niños, pero qué quieren, no había suficiente dinero para trasnochar y menos para parrandear.
Al retirarse a descansar, el novio condujo su automóvil, que, como es natural, por ta placas del Estado más extenso de
El ilícito: Para no hacer demasiado extenso y denso este modesto repor taje, diré que, en aras de resguardar el orden y buen funcionamiento de una ciudad que aspira a ser destino turístico y pasando por alto el hecho de que ambos jóvenes carecían de trabajo y por lo tanto de recursos, un venal funcionario municipal, de nombre Belisario Gámez, “jefe de liberaciones” de Tránsito Municipal (si, ese que se encarga de “liberar” los automóviles secuestrados y extiende la púdica mano para reci bir los “ensobrados” sobornos, que deberá entregar, a su vez, previo cobro de su parti cipación en el botín) a su jefe Arturo Garsía, Director de Transito Municipal quien a su vez, y siguiendo el mismo procedimiento, deberá hacer entrega (no se si del dinero den tro del sobre o ya libre de toda pudicia, enseñando por tanto su impúdico formato, que exhibe en la maltratada y sucia cara la de un héroe de la patria, ya sea del “Bicentenario de
Aunque parezca repetitivo, pero así son los trámites de burocráticos, hasta en tre los delincuentes, Arturo Garsía deberá hacer lo propio con su jefe, el Presidente Municipal, Miguel Moloch Yunes Márquez, este a su vez con su jefe (aunque pertenezca a otro partido, pero es el que manda la “lana” para el presupuesto muni cipal y además tienen las mismas mañas y apetitos), el Sr. Gobernador del Estado, el “negro” infiel.
Antes la cadena no terminaba ahí, pues de toda la doliente República se tenía que hacer un abultado “tamal” para entregárselo al Secre. de Seguridad Pública y es te al mero mero. Pero esta larga, larguísima cadena se rompió el año 2000.
Por fortuna pasaba por la ciudad, en ese lastimoso y triste momento, mi otra hija que, entre suspiros de justificada indignación y tristemente resignada, prestó el di nero a su atribulada hermana a fin de que no fuera a dar, en un acto extremo de “justi cia veracruzana y exaltación de apoyo a la industria sin chimenea”(el turismo, no la corrupción), con sus juveniles y rebeldes huesos a la cárcel.
Pienso que se puede reconstruir sin mucho esfuerzo e imaginación el triste cua dro de los tres jóvenes que temblando de indignación e impotencia: lloraron largo, lar go rato, como también se puede imaginar el cuadro de indignación, furia desenfrena da, espumeante rabia que manifesté cuando, por vía telefónica, y tratando de suavizar los aberrantes, bochornosos hechos, para no desatar la ira que desde ya sabían que me invadiría y pues me conocen, me dieron la extravagantemente, “triste” noticia.
¡¡¡Han valido madre!!! Es lo que piensan, con toda segu ridad estos sátrapas.
Pues bien, es bueno saberlo, pues a partir de este momento voy a contar los mi nutos para ser testigo de uno de dos acontecimientos, o de ambos, que desde luego pienso, nada tendrán de extraordinarios ni supranormales:
I.- Que en el mismo sobre en que mis hijas le entregaron los tres mil pesos, que necesitaban, no para mantener a miembros de esta banda de miserables que diz que nos gobierna, sino para vivir y aún comer, (pues han de saber que por decoro, pudor y vergüenza, así lo solicitó el venal “funcionario público”), les sean devueltos. esos tres mil pesos. Que no son producto de la rapiña o de una carroñera extorsión, como este vil sujeto, integrante de la más enajenante y siniestra “canalla” supone, presume y/o acostumbra, sino del trabajo limpio y honrado de gente noble, trabaja dora y buena, como lo es casi todo el pueblo de México y muy en especial la ciuda dania de nuestro Estado, que paga sus impuestos para que de ahí sean pa gados los salarios de estos infames mercenarios de la injusticia, el trafique y la sin razón; o
. Lugar de la detención por no poner direccionales (seguramente se iba a seguir de frente.
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